viernes, 20 de enero de 2012

Retiraron el pedido de aborto de la nena de 11 años embarazada

La familia de la jóven madre de 11 años que quedó embarazada de otro menor en General Campos, provincia de Entre Ríos, retiró el pedido de aborto que había presentado ante la Justicia.
Cabe recordar que al tomar conocimiento de que la menor estaba embarazada sus familiares pidieron que se autorice la práctica de un aborto por un posible riesgo para la salud de la madre.
La justicia hizo llegar un oficio al hospital Delicia Masvernat para recabar datos sobre el estado de salud de la menor y su bebé. En su respuesta, los profesionales de la salud intervinientes, al igual que el Ministro de Salud de la Provincia de Entre Ríos, Dr. Hugo Cettour, afirmaron que no había “ninguna causa para la interrupción del embarazo” y que el bebé, de tres meses de gestación, estaba bien. No obstante, el INADI, ejerció una vez más una deplorable presión procurando a través de su interventor, Pedro Mouratián, la más injusta de las discriminaciones, el asesinato del inocente niño por nacer.
Por su parte, la Red de Familias Entrerrianas, delegación local de la Red Federal de Familias, que bregó desde el inicio por la mejor solución para “la salud y la vida de los dos menores involucrados en el caso” –la madre y el hijo-, celebró la “generosa y valiente” decisión de “la familia y de la joven mamá embarazada” y ofreció toda la necesaria que necesiten para sostener su decisión”.
Además, la Red de Familias Entrerrianas felicita y celebra la decisión de la familia y de la joven mamá embarazada de General Campos de acoger con generosidad y valentía la vida que se está gestando en su seno, y les ofrece, como ha venido haciendo, toda la ayuda material, médica, psicológica y de contención afectiva que necesiten para sostener su decisión. Gratifica la seriedad y solvencia con que obró la justicia entrerriana, acorde con la gravedad del caso.
La Red también felicita al Ministro de Salud de la Provincia de Entre Ríos, Dr. Hugo Cettour, por su fidelidad a su vocación médica de proteger y cuidar la vida y la salud, en especial de los más vulnerables, que en este caso son la niña de 11 años y su hijo por nacer.
La Red de Familias, asimismo felicita y se alegra por el excelente trabajo del equipo interdisciplinario del Hospital Delicia Concepción Masvernat, que con gran profesionalismo ha intervenido en el caso.
A todos felicitaciones y agradecimiento eterno por obrar en conciencia, privilegiando la salud y la vida de los dos menores involucrados en el caso.
Los argentinos deben vivir en paz, en una sociedad sin violencia ni muerte, y sin discriminados por su edad, condición social o económica ni cualquier otro tipo de discriminación arbitraria.
Fuente: Notivida.org
Editado por Antonio
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CON JESÚS EN MI VIDA

miércoles, 11 de enero de 2012

LA VIDA ES UN DON DE DIOS

La Comisión de Ecumenismo de la Conferencia Episcopal Argentina difundió el “Compromiso por la Vida”, una reflexión conjunta sobre el “don de la vida”, suscripta por el presidente de dicha Comisión, Monseñor Carlos Malfa, y representantes de diferentes confesiones cristianas.
En ella señalan que la vida es un don de Dios que merece una “recepción agradecida”. Un don valioso y frágil que hay que cuidar cuando se ve amenazada. Un don que debe ser simultáneamente entrega. Un don que se “desarrolla en comunión”. Un don que hay que administrar formando a las futuras generaciones para la vida familiar. La vida, afirman, es, antes que nada, “un don para contemplar”.
Como personas que aman “la vida que Dios nos ha regalado”, se comprometen a “sostener y promover el valor del derecho a la vida y de su dignidad” y “a cuidar siempre la vida y a colaborar para que tanto el niño como la madre sean respetados”.
Invocan finalmente “la protección de Dios, fuente de la vida, para que ilumine a los legisladores y a todos los que tenemos la responsabilidad de proteger cada vida humana”.
COMPROMISO POR LA VIDA
Reflexionando como pastores y representantes de diferentes confesiones cristianas queremos aportar lo que nuestras Iglesias y comunidades vienen trabajando y expresar conjuntamente nuestra convicción del valor de la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural e invitar a todos a sumarse a esta convocatoria por la vida.
En la cultura de nuestro pueblo siempre ha estado claro el valor inalienable de cada vida humana. También quienes no conocen a Dios o no creen en Él, perciben lo sagrado a través del milagro de la vida. La vida propia y ajena, la vida en sus diferentes formas, permite intuir la presencia de una realidad trascendente. En Argentina tienen jerarquía constitucional tratados internacionales que protegen el derecho del niño a la vida en el seno materno desde el primer momento de la concepción.
No obstante, observamos con dolor situaciones de nuestra vida social en las que no se está promoviendo el valor del derecho a la vida y del don de la vida.
Hoy la vida está muy amenazada por los diferentes tipos de adicciones, por la pobreza y la marginalidad, y por diversas formas de violencia en las que muchas personas ven en peligro su existencia, particularmente, el aborto que amenaza la vida recién concebida. Queremos afirmar juntos: cuando una mujer está en estado de gravidez, no es solamente una vida la que hay que proteger, sino dos, la de la madre y la de su hijo o hija en gestación. Ambas deben ser preservadas y respetadas.
Todos podemos estar de acuerdo con esta percepción: la vida es un DON. Señalamos algunos aspectos que creemos necesario tener en cuenta.
La vida es un don para:
Recibir. No nos damos la vida solos, fundamentalmente la recibimos. Ni la conquistamos, ni la merecemos, ni la compramos: la recibimos. Es propio del corazón del discípulo saber recibir y acoger la vida como un regalo que se agradece, el Magnificat (Lc 1, 46ss) y la oración de Jesús (Lc 10, 21ss), marcan la recepción agradecida del don. Dios, nos entregó la vida para ser felices disfrutándola. Él ama nuestra felicidad “...nos provee de todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Tim 6, 17). La vida que el Señor nos regala está llamada a ser VIDA PLENA en el encuentro con Jesucristo como dice en Jn 10, 10 “Yo he venido para que tengan Vida, y la tengan en abundancia”. Cada vida humana participa de un misterio que nos supera porque es imagen de Dios y desde el primer instante de su concepción lleva la huella de la Trinidad. De allí que nuestras Iglesias y comunidades han defendido siempre la aceptación de la vida cualquiera sean las circunstancias que rodeen su existencia.
Cuidar. La vida, don valioso, es sin embargo un don frágil, para cuidar, y que pasa por etapas en las que se ve amenazada. Necesita del cuidado amoroso conjunto del padre y de la madre y de la protección necesaria en atención a su vulnerabilidad y pequeñez. Recordemos el testimonio de las parteras hebreas cuyos nombres conserva el texto sagrado. Estas mujeres son modelo del cuidado de la vida particularmente amenazada y son reflejo de la protección del Señor, origen y garantía de la existencia y subsistencia de su pueblo. (Ex 1, 7. 15-22)
Entregar. Al mismo tiempo, la vida es un don para entregar, como dice Jn 10,11 “Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas” y en Jn 15, 13 “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos…”.
Compartir. Así es: La vida se acrecienta y se disfruta dándola, compartiéndola y se debilita en el aislamiento. La vida es además, un don para compartir, que solo alcanza su pleno sentido cuando se desarrolla en comunión.
Administrar. La vida es un don para administrar, por lo que es indispensable la formación de los niños y jóvenes, varones y mujeres, para la vida familiar estable y el ejercicio de una paternidad y maternidad responsable y generosa. El crecimiento y desarrollo personal, debe incluir el conocimiento de la sexualidad y de la fertilidad para integrar en la afectividad y el amor.
Contemplar. La vida es, antes y después, de todo lo expuesto, un don para contemplar. Esto lo presentimos cuando va pasando el tiempo y la función del recuerdo se desarrolla de un modo muy vívido. Las personas mayores suelen verse contemplando su propia historia desde una perspectiva diferente. “Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes” (Sal 27,13) También la profecía de Zacarías nos entrega una perspectiva de vida plena: “los ancianos y las ancianas se sentarán de nuevo en las plazas de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano a causa de sus muchos años. Las plazas de la ciudad se llenarán de niños y niñas, que jugarán en ellas”. (Zac 8, 4-5). Esta actitud contemplativa nos induce también a la admiración hacia el milagro de la vida y a honrarla allí donde se manifieste, con especial atención a las situaciones de amenaza o fragilidad.
Como creyentes queremos sostener y promover el valor del derecho a la vida y de su dignidad. Lo hacemos apoyados en nuestra fe en diálogo con la ciencia, como personas que amamos la vida que Dios nos ha regalado; y en consonancia con iniciativas cristianas e interreligiosas a favor de la vida en nuestro continente.
Celebramos todas las medidas adoptadas acerca del cuidado de las mujeres embarazadas, en particular las que se encuentran en estado de marginalidad o dificultad grave para asumir su situación. Nos comprometemos a cuidar siempre la vida y a colaborar para que tanto el niño como la madre sean respetados.
Invocamos la protección de Dios, fuente de la vida, para que ilumine a los legisladores y a todos los que tenemos la responsabilidad de proteger cada vida humana.
Fuente: Notivida.org
Editado por Antonio
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CON JESÚS EN MI VIDA

miércoles, 4 de enero de 2012

Año nuevo: ¿augurio o certeza?

Chesterton, ese agudo pensador inglés que hizo el largo camino del ateísmo al cristianismo, gustaba señalar curiosidades o caprichos culturales. Y refiere a uno que -cien años después- sigue en boga: los no creyentes viven llenos de creencias y los hombres religiosos suspiran en deseos que deberían tener por certezas. El abanico de ejemplos es amplio, pero parece más oportuno centrarnos en uno solo, en torno del año nuevo. Este va a ser un buen año, afirma el no-creyente, levantando su copa con lacónica seriedad, casi como una cábala para que así sea, o como arenga motivadora. En cualquier caso: emitiendo moneda sin respaldo en oro. Mientras, el hombre creyente -del credo que fuera- con timbre piadoso estampa: te deseo un feliz año: ojalá lo sea... sin caer en la cuenta de que el oro de su fe lo habilita a pasar del augurio a la certeza. Cree en un Dios bueno con señorío real sobre su obra, que hace lo que quiere y quiere lo mejor. Y por ello, no debería esperar que todo salga bien: debería saber que todo está saliendo inmejorablemente bien, conforme al Plan. Es lo que en las religiones de todos los tiempos y culturas se denomina sin más: la Divina Providencia.
Valga como ejemplo tan sólo anotar un texto que ronda los 2.400 años. “¡Oh! endeble mortal, ínfimo como eres, sin darte cuenta te relacionas con el todo del orden general que dispone cada parte en función de la totalidad. Y murmuras, porque ignoras qué es lo mejor a cada tiempo para ti y para el todo: el todo tuyo y el todo del todo. Es tan simple y sin embargo no lo entiendes: si hay dioses -que los hay- no descuidan la cuestión humana. Ni su curso ni su destino”. Hasta aquí el gran Platón con sus dioses insobornablemente buenos. Incontables textos bíblicos podrían secundar y completar esta intuición, que hace cumbre en ese Dios Padre de Jesucristo a quien no se le escapa ni la caída de un solo cabello y lo dispone todo para bien nuestro. Jesús remite como prueba contundente mirar no más los lirios del campo o las aves del cielo: no desesperan juntando alimento en graneros ni ahorrando para vestirse. Viven en la certeza de que su Hacedor seguirá a cargo de su causa y la llevará a buen fin.
Pero para completar el inventario cultural actual, además de creyentes e incrédulos se da hoy una tercera posición con pocos antecedentes históricos: a los píos y ateos de siempre, se suman ahora los anti-teos, que formulan así su convicción: Dios existe y es un canalla. La frase emblemática pertenece al protagonista de un intrincado cuento de Sábato que encarna con todo detalle este modelo de religiosidad. Hay un Dios (seguir sosteniendo la apuesta en favor del azar es tan ingenuo e irracional como infantil) y este mundo es el despliegue creativo de su poder, su juego y entretenimiento. Y completo el perfil de este credo saltando de novela: en la escena final de El abogado del Diablo, en su último intento por persuadir al Hombre arremete Al Pacino: “¿No te das cuenta de que Él los ha arrojado en el mundo cual ratas en laberinto, y a carcajadas se divierte viéndolos corretear en busca de salida mientras levanta apuestas entre sus ángeles?”. Dios existe y es perverso.
Ante este complejo panorama cultural de creyentes inseguros, ateos supersticiosos y antiteos rabiosos parece oportuno recotizar la devaluada moneda de la Divina Providencia. Se suele creer que ésta consiste en una suerte de favoritismo divino: un beneficio de los dioses que pueden darlo o no y a quien se les plazca. Y creemos que fuimos destinatarios de ella cuando las cosas nos salen conforme a nuestros planes y expectativas. Y esto es falso. La Pro-videncia es la visión adelantada y de conjunto del proyecto completo y el consiguiente soporte de lo que a cada parte le hiciere falta en función de ese Todo. Desde nuestra parcialidad a cada uno de estos soportes solemos evaluarlos con infinita miopía como favor o desgracia según nuestra estrechísima y fragmentada visión. Decía Peguy que el hombre no sólo hace un papelón cuando se ahoga en un vaso de agua: también, cuando allí intenta nadar. Como en el diálogo platónico citado, la insensatez en cuestión es un conflicto de proporciones. Benedicto XVI invirtió una de sus primeras reflexiones papales en el asunto: “La historia no está en manos de potencias oscuras, del azar o de opciones humanas. Ante el desencadenamiento de energías malvadas, ante tantos azotes y males, se eleva el Señor, árbitro supremo de las vicisitudes de la historia. Él la guía con sabiduría hacia la meta. Dios no es indiferente ante las vicisitudes humanas, sino que penetra en ellas realizando sus proyectos con eficacia. La aventura de la humanidad no es confusa y carente de significado: tiene un rumbo preestablecido” (11-V-05).
Lo cierto es que en este 2006 vendrán la salud y la enfermedad, vendrán los éxitos y los fracasos, vendrán soles y lluvias, invierno y verano... y no será una intermitencia de la Providencia sino su estable y continuo ejercicio. Todo será parte del Plan. El Año será inexorablemente bueno. Los que ciertamente podremos ser buenos o malos con él seremos nosotros.
Volviendo al inicio, el optimismo pagano, sin fondos, afirma: todo va a terminar bien. Y el creyente, teniendo con qué, calla su mejor retruco: todo está saliendo bien.
Yo hago públicas mis cartas: les anuncio un ¡Feliz año nuevo! Esta es mi certeza y así la publico. Y que sean felices con este año. Es éste, en cambio, mi deseo, y así lo ruego.
P. Diego de Jesus
Monje de Cristo Orante
Editado por Antonio
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CON JESÚS EN MI VIDA