viernes, 17 de febrero de 2012

¿En qué creen los argentinos?

La mayoría de los argentinos cree en milagros. Siete de cada diez, para ser más precisos, según una investigación realizada por la Universidad Empresarial Siglo 21 (UES 21) en grandes ciudades del país. No sólo creen, sino que además lo viven: más de la mitad de los consultados respondió que se sintió en presencia de un milagro alguna vez en su vida.
El trabajo indaga sobre las creencias religiosas de los argentinos, y empieza por señalar que el 90% de los encuestados cree en Dios. De las ciudades que participaron en el sondeo, Corrientes resultó la más creyente, el 97,1 % de los encuestados; la Capital Federal, en cambio, resultó la más escéptica, aunque de todos modos muestra un 85%.
En tanto, los más creyentes resultaron ser quienes completaron estudios secundarios (el 96,3% de ellos), y los que terminaron sólo la primaria (96,2%). El índice baja a 85% entre quienes completaron estudios universitarios.
La encuesta fue realizada entre 1.027 hombres y mujeres de 18 a 70 años de la Capital Federal, Tucumán, Corrientes, Mendoza, Comodoro Rivadavia, Córdoba y Rosario. Según los responsables del estudio, la muestra es representativa de la población de las grandes ciudades del país, y constituye una buena aproximación a las creencias religiosas del total de la población argentina.
El 71,8% de los consultados dijo creer en los milagros. Dentro de este grupo, aparecen creyendo en ellos más las mujeres (77,4 %) que los hombres (65,7 %), y más quienes no tienen estudios o tienen la primaria incompleta (86,7 %) que los que terminaron la universidad (65 %).
A su vez, el 52,9 % de la muestra dijo haberse sentido en presencia de un milagro alguna vez. Y cuando se les pidió que lo mencionaran, un 46,8% de ellos se refirió a una persona que se curó de una e enfermedad grave, un 13,4% “a la vida misma/el nacimiento”, y casi el 10 % a “personas que sobrevivieron a un accidente”.
Fuente: Diario Clarin
Editado por Antonio
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CON JESÚS EN MI VIDA

viernes, 10 de febrero de 2012

La comunicación de la prensa católica

Uno de los aspectos fundamentales para orientar los debates en la Iglesia, creo que es la claridad en el comprender lo que es importante de lo que no lo es, tener una "jerarquía" correcta de los temas. La prioridad esencial:
  1. Dios y la dimensión religiosa del hombre (una fe amiga de la razón),
  2. Jesucristo que nos revela el verdadero rostro de Dios (Deus caritas est / Dios es amor),
  3. el ecumenismo como fidelidad al mandato de Cristo,
  4. el diálogo entre las religiones para alimentar la dimensión trascendente de la vida,
  5. el esfuerzo por traducir la fe en obras de caridad y de solidaridad para la construcción de un desarrollo integral.
Un mensaje positivo sustancialmente rico. Integrado por una indicación fiel y sincera de los riesgos de la pérdida de las referencias esenciales para la orientación de la vida y de la sociedad: cerrazón en un horizonte materialista, pérdida de las raíces cristianas y de los términos fundamentales de la antropología cristiana, relativismo y subjetivismo que destruyen a la comunidad. Mensaje que es contra corriente en el mundo secularizado. Mensaje indefenso.
Cambió el contexto histórico: de la confrontación Este-Oeste con el comunismo, a la confrontación con el mundo occidental secularizado que influye en todos los países. No hay ya una "alianza política" contra un enemigo común como lo era contra el comunismo, sino que sólo se tiene la fuerza de la fe y de la razón.
Pero un mensaje que puede ser escuchado con respeto y atención y que hace pensar. Ver la experiencia positiva de los grandes viajes del Papa: Reino Unido, Francia, USA... Encíclica "Caritas in veritate".
Ir hacia lo central, preocuparse por el centro, al que convergen las serias preocupaciones de la prensa católica y de la comunicación secular preocupada por el destino de la persona y de la humanidad.
Hoy existen posibilidades de no subestimar: se pueden presentar los textos completos de lo que dice el Papa con mayor facilidad y rapidez superando los filtros de la superficialidad y parcialidad de los informes incompletos.
Naturalmente, esto supone que los textos sean claros, bien elaborados, no muy largos y pensados (problema general del lenguaje de la Iglesia)...
Esto no elimina la controversia, pero hace ver que no obstante esto, hay una audiencia importante disponible a comprender cuando se toca el tema central o se apunta hacia el centro. La controversia permanece al margen con respecto al centro.
Por P. Federico Lombardi Director de la Oficina de Información del Vaticano
al congreso mundial de prensa católica
Editado por Antonio
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CON JESÚS EN MI VIDA

viernes, 3 de febrero de 2012

El fariseo y el publicano

Quien se ha encontrado con el Dios vivo alguna vez, ha frecuentado su amistad y ha saboreado el amor de Dios, nunca se tendrá por justo, porque justo sólo es Dios; y acercarse al solo Justo supone hacer la experiencia de comprobar nuestra desproporcionada diferencia con Él.
Saberse pecador, reconocerse como no justo, no significa vivir tristes, sin paz o sin esperanza, sino situar la seguridad en Dios y no en las propias fuerzas o en una hipócrita virtud.
Alguien que verdaderamente no ha orado nunca, seguirá necesitando afirmarse y convencerse de su propia seguridad, ya que la de Dios, la única fidedigna, ni siquiera la ha intuido. Y cuando alguien se tiene por justo, y está hinchado de su propia seguridad, es decir, cuando vive en su mentira, suele maltratar a sus prójimos, los desprecia "porque no llegan a su altura", porque no están al nivel de "su"
santidad.
Tenemos, pues, el retrato robot de quien estando incapacitado para orar por estas tres actitudes incompatibles con la auténtica oración, como el fariseo de la parábola, llega a creer que puede comprar a Dios la salvación. La moneda de pago sería su arrogante virtud, su postiza santidad. Hasta aquí el fariseo.
Pero había otro personaje en la parábola: el publicano, es decir, un proscrito de la legalidad, alguien que no formaba parte del censo de los buenos. Y al igual que otras veces, Jesús lo pondrá como ejemplo, no para resaltar morbosamente su condición pecadora, sino para que en ésta resplandezca la gracia que puede hacer nuevas todas las cosas.
Aquel publicano ni se sentía justo ante Dios, ni tenía seguridad en su propia coherencia, ni tampoco despreciaba a nadie. Ni siquiera a sí mismo. Sólo dijo una frase, al fondo del templo, en la penumbra de sus pecados: "Oh Dios, ten compasión de este pecador". Preciosa oración, tantas veces repetida por los muchos peregrinos que en su vida de oscuridad, de errores, de horrores quizás también, han comenzado a recibir gratis una salvación que con nada se puede comprar.
Jesús nos enseña a orar viviendo en la verdad, no en el disfraz de una vida engañosa y engañada ante todos menos ante Dios. Tratar de amistad con quien nos ama, es reconocer que sólo Él es Dios, que nosotros somos unos pobres pecadores a los que se les concede el don de volver a empezar siempre, de volver a la luz, a la alegría verdadera, a la esperanza, para rehacer aquello que en nosotros y entre nosotros, pueda haber manchado la gloria de Dios, el nombre de un hermano y nuestra dignidad.
Por Jesús Sanz Montes, Obispo de Oviedo, España
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CON JESÚS EN MI VIDA