viernes, 1 de marzo de 2013

Benedicto XVI: fin de una era

El 28 de febrero fue el último día de Benedicto XVI como Papa de la Iglesia Católica y antes de abandonar el Vaticano para dirigirse a la residencia de Castel Gandolfo dijo que será un peregrino más en la tierra y que obedecerá al cien por ciento al nuevo Pontífice.
Josef Ratzinger partió desde el Vaticano hacia Castel Gandolfo para saludar a los feligreses en el que fue el último acto público de Benedicto XVI como Sumo Pontífice y dijo que “seré un peregrino que comienza su último tramo por esta tierra”, dijo a sus fieles que se congregaron para despedirlo frente a la residencia papal.
En su mensaje el ahora ex Papa dijo: "Gracias queridos amigos. Estoy feliz de estar con ustedes, rodeado por la belleza del Creador y de su simpatía que me hace mucho bien. ¡Gracias por su amistad, su afecto! Saben que este día es distinto a los anteriores: seré Sumo Pontífice de la Iglesia Católica hasta las ocho de la noche y no más.
Seré simplemente un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinaje en esta tierra. Pero quisiera aún, con mi corazón, con mi amor, con mi oración, con mi reflexión, con todas mis fuerzas interiores, trabajar por el bien común de la Iglesia y de la humanidad.
Y me siento muy apoyado por su simpatía. Sigamos adelante con el Señor por el bien de la Iglesia y del mundo. Gracias .
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Gracias. Buenas noches."
Anteriorment, Benedicto XVI había aclarado que su decisión de renunciar al pontificado no significa bajarse de la cruz ni regresar a una vida privada, pues cuando aceptó ser Papa en 2005 sabía que iba a servir a la Iglesia para siempre.
En un largo discurso de adiós, pronunciado ante más de 150 mil personas en la Plaza de San Pedro, el obispo de Roma había reconoció que a lo largo de sus casi ocho años de papado tuvo momentos positivos pero también afrontó tempestades.
“El siempre es también un para siempre, no existe más un regresar a la vida privada. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto. No regreso a una vida de viajes, encuentros, recepciones y conferencias”, explicó.
“No abandono la cruz, sino que permanezco en modo nuevo adherido al crucifijo. No tendré más la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, pero en el servicio de la oración me quedo, por así decir, en el recinto de San Pedro“, agregó.
En su discurso, interrumpido en varias ocasiones por los aplausos de los feligreses, reconoció que en los últimos meses sintió que sus fuerzas habían disminuido y pidió a Dios con insistencia la luz para hacerle tomar la decisión más justa no por su bien, sino por el bien de la Iglesia.
Aclaró que dio ese paso en la plena conciencia de su gravedad y también de su novedad, pero con una “profunda serenidad de ánimo”.
Agregó que amar a la Iglesia significa también tener la valentía de tomar decisiones difíciles, sufridas, poniendo siempre en primer lugar el bien de la Iglesia y no el propio.
Recordó que al momento de su elección aceptó sabiendo que su decisión tenía una enorme gravedad porque, desde entonces, quedaría empeñado con Dios siempre y para siempre.
“Quien asume el ministerio petrino no tiene más alguna privacidad. Pertenece siempre y totalmente a todos, a toda la Iglesia. A su vida, por así decir, es quitada la dimensión privada”, estableció.
Pero dijo haber experimentado que se recibe vida cuando se dona la propia, y el Papa tiene verdaderamente hermanos y hermanas, hijos e hijas en todo el mundo, se siente seguro en el abrazo de su comunión porque no pertenece más a sí mismo sino que pertenece a todos y todos pertenecen a él.
“Agradezco a todos y a cada uno también por el respeto y la comprensión con la cual habéis acogido esta decisión tan importante”, insistió.
“Yo continuaré acompañando el camino de la Iglesia con la oración y la reflexión, con la dedicación al señor y a su esposa que he buscado de vivir hasta ahora cada día y que quiero vivir siempre”, concluyó Ratzinger en referencia a su dimisión.
"Prometo mi obediencia incondicional" 
En su última reunión con los cardenales antes de iniciar su retiro, Benedicto XVI prometió “obediencia incondicional” a quien sea su sucesor, una despedida conmovedora antes de que se convierta en el primer papa en 600 años en renunciar.
El pontífice pareció tratar de calmar las preocupaciones sobre posibles conflictos derivados de la situación peculiar de tener un papa reinante y otro jubilado.
Al pronunciar un discurso inesperado, Benedicto XVI también pidió a los llamados “príncipes” de la Iglesia católica a que dejen de lado sus diferencias, cuando elijan al próximo papa.
El pontífice instó a los cardenales a trabajar unidos, de manera que el Colegio de Cardenales sea “como una orquesta”, donde se puedan lograr “el acuerdo y la armonía” pese a la diversidad de opiniones.
Agregó que rezará por los cardenales en los próximos días mientras eligen a su sucesor.
“Entre ustedes también está el futuro papa, a quien yo prometo mi reverencia y obediencia incondicional”, dijo Benedicto XVI en su audiencia final.
La decisión de Benedicto XVI de vivir en el Vaticano durante su jubilación —tiempo en el que será denominado como “papa emérito” o “su santidad” y llevará la sotana blanca asociada con el papado— ha intensificado el temor de que influya sobre el próximo papa.
Sin embargo, Benedicto XVI ha tratado de alejar esas preocupaciones, diciendo que una vez que se jubile estará “escondido del mundo”. En su discurso final en la plaza de San Pedro el miércoles, dijo que no volvía a la vida privada, sino más bien a una nueva forma de servir a la iglesia a través de la oración.
Alrededor de las 5 de la tarde de ayer, Benedicto XVI dejó el palacio por última vez como pontífice y partió en helicóptero hacia el retiro papal de Castel Gandolfo, al sur de Roma y a las 8 de la noche de Roma se convirtió oficialmente en el primer pontífice en 600 años en dimitir.
¡Dios lo bendiga a él y a su sucesor!
Editado por Antonio
Administrador del blog
CON JESÚS EN MI VIDA

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