lunes, 12 de abril de 2010

La cruz del cristiano es el rechazo del mundo

Con el Maestro, los discípulos tenemos el privilegio de estar llamados al mismo amor, al mismo camino, a la misma entrega: “Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí. Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que Yo los elegí y los saqué de él, el mundo los odia. Acuérdense de lo que les dije: ‘el servidor no es más grande que su señor’. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi Palabra, también serán fieles a la de
ustedes. Pero los tratarán así a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió. Si Yo no hubiera venido ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora su pecado no tiene disculpa”.  Jn 15, 18-22 Jesús previno a sus Apóstoles para que su futura Pasión y las persecuciones que ellos tendrían que sufrir no fueran un motivo de escándalo, es decir, un obstáculo a la fe que tenían en él: “Les he dicho esto para que no se escandalicen. Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho”. Jn 16,1-4
“Porque es una gracia soportar, con el pensamiento puesto en Dios, las penas que se sufren injustamente. En efecto, ¿qué gloria habría en soportar el castigo por una falta que se ha cometido? Pero si a pesar de hacer el bien, soportan el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios. A esto han sido llamados, porque también Cristo padeció por ustedes, y les dejó un ejemplo a fin de que sigan sus huellas. Él no cometió pecado y nadie pudo encontrar una mentira en su boca. Cuando era insultado, no devolvía el insulto, y mientras padecía no profería amenazas; al contrario, confiaba su causa al que juzga rectamente. Él llevó sobre la cruz nuestros pecados, cargándolos en su cuerpo, a fin de que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Gracias a sus llagas, ustedes fueron curados. Porque antes andaban como ovejas perdidas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de ustedes”. 1 Pe 2,19-25
Estamos llamados a triunfar con Él en la prueba para entrar en su gloria: “Y uno de los Ancianos me preguntó: "¿Quiénes son y de dónde vienen los que están revestidos de túnicas blancas?". Yo le respondí: "Tú lo sabes, señor". Y él me dijo: "Estos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios y le rinden culto día y noche en su Templo. El que está sentado en el trono habitará con ellos: nunca más padecerán hambre ni sed, ni serán agobiados por el sol o el calor. Porque el Cordero que está en medio del trono será su Pastor y los conducirá hacia los manantiales de agua viva. Y Dios secará toda lágrima de sus ojos". Ap 7,13-17.
¡Amén!
Fuente: Mopal
Editado por Antonio
Administrador del blog
CON JESÚS EN MI VIDA

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