viernes, 12 de febrero de 2010

Crucemos a la otra orilla

El arzobispo de Tucumán, monseñor Luis Héctor Villalba, elaboró una carta pastoral titulada “Crucemos a la otra orilla”, en la que propone para este año, revisar el camino recorrido en el proceso del Plan Arquidiocesano de Pastoral y planificar la próxima etapa para el sexenio 2010-2016.
La misiva, que consta de ocho capítulos, está dedicada especialmente a los agentes de pastoral y será entregada a los fieles el primer domingo de Cuaresma, a la salida de todas las misas de las parroquias, iglesias y capillas.
El primer capítulo está dedicado a las parroquias y, según explica el pastor tucumano, “el propósito es proporcionar a los agentes pastorales de las parroquias (sacerdotes, consagrados, consagradas y laicos) un instrumento que les permita reflexionar, revisar y decidir sobre cauces y acciones para una pastoral misionera. No se trata de hacer una misión, sino de tener una pastoral misionera”.
En este apartado, hace hincapié en la necesidad de crear una parroquia cercana a la gente. Sostiene que la parroquia no es “una Iglesia de elites, para algunos afortunados o que tienen dotes especiales”, sino que “es una iglesia accesible a todos, capaz de dialogar con toda la gente, que vive la experiencia de la gente”. Debe ser una iglesia que “sin quitar nada de las exigencias del Evangelio, está abierta a todos: a los pequeños, a los menos formados, a los que tienen una fe incipiente. Una Iglesia que requiere de los pastores, de los agentes de pastoral un corazón grande, una gran comprensión, una capacidad de misericordia, para no apagar la mecha que arde”. Y agrega: “La parroquia debe preocuparse de la gente sencilla, de los que sufren, de aquellos que no pueden dar razón de su fe, que no pueden dar una respuesta intelectual, pero son capaces de dejarse contagiar por la llama de la caridad, de la simpatía, de la bondad, de la acogida que se les da”.
"Tenemos que reconocer que una inmensa cantidad de cristianos solamente ha recibido la catequesis de niños y los sacramentos de la iniciación, pero luego no han tenido una vida cristiana práctica ni una participación activa en la vida de la Iglesia. Han sido bautizados pero no evangelizados”.
"Cruzar a la otra orilla”, dice monseñor Villalba, “es dejar la seguridad de la costa. Es subirse a la barca que siempre es insegura. Es enfrentarse con el peligro y las amenazas del mar” y “la razón de esta travesía es la salvación de todos los hombres”. Todos los bautizados están llamados a “este compromiso de anunciar el Evangelio a todos los hombres” y “el secreto para renovar la parroquia está en retomar su camino misionero”. Por eso, “necesitamos parroquias en permanente estado de misión”.
“Esto significa que la comunidad parroquial no puede permanecer replegada sobre sí misma, sino que debe abrirse a todos los habitantes de su territorio y salir a buscar a sus hermanos que se han alejado. Pero esta acción no se puede considerar como una ‘parte’ de la pastoral, una de las muchas cosas que hay que hacer” sino que “la pastoral parroquial debe enfocarse en todos los sectores y en todas las acciones desde la perspectiva de la evangelización misionera”, sostiene.
Monseñor Villalba parte de la idea de que “la misión de la parroquia es evangelizar”, y ofrece una serie de “líneas operativas para una pastoral misionera”. Entre otras cosas, reclama “despertar y potenciar en todos los procesos catequísticos y formativos la vocación misionera de todos los bautizados”; llama a recuperar el valor del testimonio del cristiano en la misión; menciona la necesidad de elaborar un “proyecto misionero”; exhorta a desarrollar “un estilo de parroquia acogedora, donde todos puedan encontrarse como en su casa”, y la llama “integrarse en el barrio o en la localidad”, en caso de ser necesario, hay que crear nuevas capillas para multiplicar su presencia física en las zonas menos atendidas.
“La conversión constituye una exigencia evangélica que debemos permanentemente actualizar”, dice el prelado para llamar a la “conversión pastoral”, que significa “renovar nuestro estilo evangelizador”. En ese sentido, afirma que “tenemos que alentar un estilo de Iglesia sostenido en actitudes que muestren acogida cordial, bondad, ternura”. Y añade: “Como vemos, la conversión pastoral requiere un cambio de actitudes. El agente de pastoral trasmite la fe a partir de su propia persona. La persona (la comunidad) debe ser testimonio creíble para los demás”.
Para renovar el estilo evangelizador en la arquidiócesis, el arzobispo propone meditar “el estilo pastoral de Jesús”, que es el que deben reflejar los misioneros. En primer lugar, “la evangelización debe tener en cuenta las cuestiones que plantea el interlocutor, debe llegar a su vida concreta”. Al respecto, explica que “la evangelización debe responder a las aspiraciones, anhelos y búsquedas más profundas del hombre” y, como “Cristo es el único que puede dar respuesta total a esas aspiraciones, anhelos y búsquedas”, la Iglesia debe buscar “el encuentro de Jesús con todos los hombres. El anuncio tiene como objetivo el facilitar el encuentro personal con Jesucristo”.
“La gente espera misericordia de la Iglesia. Las actitudes pastorales duras alejan a la gente. La gente debe tener esta visión de la Iglesia: que sea la expresión de la misericordia de Dios. Debemos ser sólidos doctrinalmente, pero no duros con la gente”.
“Jesús no insiste tanto en lo que se debe decir, como en el ‘modo’, en el ‘estilo de vida’ de los misioneros. Este es el primer mensaje que hay que dar a los otros. Frecuentemente olvidamos esto y nos hacemos muchas preguntas sobre qué decir, cómo traducir el mensaje con palabras de hoy, etc. La cosa es bastante simple. Lo importante para que el discípulo sea creíble, es su estilo de vida. Es necesario partir de un estilo de vida ‘evangélico’. Los contenidos profundos del Reino tienen que ser reflejados en el estilo de vida de los misioneros”.
Monseñor Villalba considera a la catequesis como una “tarea prioritaria de la iglesia”, y advierte: “Hace falta una catequesis que acompañe a los niños, a los jóvenes y a los adultos en todo el proceso de su maduración cristiana”, porque “nuestro pueblo es creyente, es cristiano, pero su fe es débil, poco formada, acosada por las sectas y el secularismo”.
Por último, señala que “además de la catequesis sistemática debemos aprovechar la catequesis ocasional” y menciona algunos espacios en los que se puede llevar a cabo, como en las reuniones presacramentales. Pero hace especial referencia a la catequesis y a la pastoral de niños y se propone “recuperar a los niños en una pastoral que los incorpore a la vida de la comunidad”.
“La experiencia -prosigue- nos dice que en todas partes sucede que después de la Catequesis de Iniciación los niños dejan la práctica de la vida cristiana. Trabajando pastoralmente con los niños es la mejor manera de asegurarnos en un futuro cercano el tener jóvenes en nuestras comunidades. Entonces es imprescindible que en nuestras parroquias y capillas organicemos la pastoral de la niñez”. Por ese motivo, expresa su deseo de crear la Comisión de Pastoral para los Niños en la arquidiócesis.
Editado por Antonio
Administrador del blog
CON JESÚS EN MI VIDA

No hay comentarios:

Publicar un comentario