lunes, 15 de febrero de 2010

¿Somos cristianos apagados, tibios?

"Cuando hacemos la triste y dolorosa experiencia de la participación tan escasa numéricamente y tan poco intensa a nivel del Espíritu, en las celebraciones litúrgicas, especialmente de los niños y jóvenes, aún durante la etapa de la catequesis, nos preguntamos en qué hemos fallado, porqué no logramos trasmitir nuestra convicción serena y gozosa, la necesidad de la frecuentación cordial e inteligente de los Misterios, y en particular, de la Eucaristía dominical.
Parte de la respuesta nos la ofrecen las condiciones en que vivimos hoy: imágenes, velocidad, superficialidad, movimiento, sensibilidad, entre muchas otras causas...
Pero es honesto reconocer que también nosotros, pastores y agentes pastorales, padres y ministros, catequistas y maestros, somos responsables de ello, al no saber motivar la necesidad de la celebración e incluso al presentar a menudo una liturgia rebajada y no significativa, sin interioridad, cuando no verborrágica, falsamente didáctica, y carente del sentido del Misterio y de la Presencia inefable, de la comunión interior con el Dios vivo.
Celebrar no es pasar un momento divertido, ni meramente gratificante para los sentidos. Es la apertura del corazón del hombre a la trascendencia, del mundo a su Creador y al fin que éste le otorgó; es la actualización de la gracia recibida, la entrada en el ámbito donde Dios obra sus maravillas como anticipo de la eternidad. Y así como la catequesis recibe de los beneficios de una participación litúrgica santa y fructuosa, la catequesis debe también preparar para esta participación, con la formación en la doctrina y con el ejercicio que nos permita alcanzar ese encuentro espiritual..."
Mons Martín de Elizalde
Editado por Antonio
Administrador del blog
CON JESÚS EN MI VIDA

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