viernes, 27 de noviembre de 2009

27 de noviembre: día de la Virgen de la Medalla Milagrosa

La noche del 18 de junio del dicho año, 1830, fue la escogida por la Virgen Santísima para hacer entrega de sus cartas credenciales a sor Catalina Labouré, una monja francesa.

Sor Catalina, así describe su encuentro con María: "Era tanto mi deseo de ver a la Virgen, que me acosté con la confianza de que San Vicente (cuyas reliquias había visto peregrinar por su ciudad) había de conseguírmelo de la Señora. Serían no más que las once y media de la noche. cuando oí que me llamaban: "Hermana. Hermana, Hermana". Desperté; miré del lado por donde la voz venía. Corrí la cortina; y vi a un niño, como de cinco años que vestía de blanco; y así me dijo: "Ven a la capilla, que allí te espera la Virgen". Tranquilizada por él, me di prisa en vestirme; y le seguí… No pequeña fue mi sorpresa, viéndolo todo iluminado; mas mi sorpresa creció ante la claridad de la capilla. Sin embargo, por ningún lado podía ver a la Virgen.
Arrodillada, se me hacía largo el tiempo de espera. Llegó la hora. Y el niño me previno con estas palabras: "Mira, ahí tienes a la Virgen Santísima". Noté como un roce de sedas que se dirigía al lado del Evangelio, a un sillón que allí había. Era la Virgen, quien se me ofrecía sentada. Creo imposible describir cuanto veía y ocurría en mi: algo así como un temor de verme engañada; y de que aquella a quien yo veía, no fuera la Santísima Virgen. Mas, el ángel de mi guarda -que no era otro que el niño- me increpó un tanto severo y sin más dudar, me arrodillé junta a Ella y puse mis manos en su regazo"
Y allí, mano a mano, como de Madre a hija, "quiero, hija mía, me dijo, nombrarte por mi embajadora. Sufrirás no poco; mas vencerás, pensando ser todo para la gloria de Dios. Con sencillez y confianza di cuanto entiendas y veas". Prudente la Hermana, pidió prendas de cuanto había visto y oído, y la Señora le dio cumplidas. Profetizó la Hermana. y cuando menos se esperaba, tuvieron sus profecías cabal cumplimiento".
La Virgen María se dejó ver otra vez en la tarde del 27 de noviembre del mismo año.
Al respecto Sor Catalina dice: "Vi a la Virgen Santísima en todo el esplendor de su belleza. Bañada de luz su figura. Asentaba los pies sobre una media esfera... En sus manos, a la altura del pecho, otra esfera más pequeña. Alzados los ojos al Cielo, noté cómo sus dedos tenían anillos, de los cuales brotaban pequeños haces de luz.... Viendo lo cual, oí una voz que me dijo: "Figura el globo al mundo entero y a todos y cada uno de los mortales. Son los rayos símbolo de cuantas gracias concedo a quienes me las piden".
La Hermana, llena de gozo exclamó: "¡Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!"
Le volvió la visión y notó la Hermana una letra M y sobre ésta una Cruz descansando en una barra. Debajo de lo anterior, el Corazón de Jesús coronado de espinas y el de María atravesado con una espada, Y todo ello, circundado con doce estrellas. Se dejó oír al mismo tiempo una voz, que así decía: "Acuñad una medalla según el modelo. Cuantos la lleven consigo, recibirán gracias sin cuento… Llevadla con entera confianza."
Surgimiento de “La Medalla”
Acuñada, por fin, la Medalla surge en 1832, y se hizo luego dueña del mundo entero. El pueblo cristiano, a vista de tanta enfermedad ahuyentada, de tanto mal hábito quebrantado, y virtudes adquiridas; de tanto peligro alejado y bendiciones obtenidas por le dio el nombre de Medalla Milagrosa. Nombre que ostenta con primacía sobre todo otro objeto de devoción.
Se cumplió así el anhelo de Sor Catalina: "Por la Medalla será María la Reina del universo."
Significado de la Medalla
El mensaje principal de estas apariciones ocurridas el 18 de junio y el 27 de noviembre de dicho año fue presentar al mundo una medalla en que la Virgen aparece como Inmaculada, Reina, Corredentora y Medianera de las gracias.
La Santísima Virgen en persona presentó a Sor Catalina el modelo de esta medalla:
"Haz acuñar una medalla conforme a este modelo. Las personas que la llevan con confianza recibirán abundantes gracias".
Miremos la Medalla y descubramos en sus dos caras que se complementan el Mensaje esencial del Misterio de la salvación.
Anverso de la Medalla
María Inmaculada, Madre de los hombres, mensajera, de la ternura de Dios, se muestra en pie. Viene hacia nosotros con las manos abiertas y en actitud de acogida. María es la sin pecado. Por eso aplasta la cabeza de la serpiente. Se lee una oración "Oh María sin pecado concebida rogad por nosotros que recurrimos a vos".
Nos da a conocer que es la Inmaculada Concepción.
Reverso de la Medalla
El proyecto de amor de Dios hacia los hombres.
La M coronada por la cruz: María esta íntimamente unida al misterio de la Pasión y de la Cruz de su Hijo, desde el Pesebre hasta el Calvario.
Dos corazones: el de Jesús y el de María. Representan la fuerza del amor que llega hasta la entrega total. María entró plenamente en ese Misterio de Amor de nuestra redención.
Doce estrellas: Jesús estableció su Iglesia sobre el fundamento de Pedro y sus Apóstoles.
Los fieles la llaman "Medalla Milagrosa" proclamando así que es signo de la protección maternal de María y su milagrosa intercesora.
Marco doctrinal e histórico
Dios es el único Creador y soberano Señor del cielo y de la tierra. A El solo debemos adorar y servir en sus tres personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
El Hijo de Dios, es decir, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, sin dejar de ser Dios, se hizo hombre y murió y resucitó para traernos la salvación a nosotros.
Por otra parte la doctrina católica nos enseña que la Virgen María es una criatura lo mismo que cualquier persona humana. Y por ser una criatura no merece culto de adoración como si fuese una diosa.
La Virgen María es la más santa de todas las criaturas y por su bondad, por su amor, por su oración, es poderosísima ante el Señor en favor de nosotros sus hijos espirituales.
Por eso nosotros le profesamos devoción, amor, veneración y honor y le dirigimos nuestras súplicas llenos de confianza.
A veces sucede que, en medio del entusiasmo, del amor y de la confianza, algún devoto se dirige a la Virgen y dice a boca llena: ¡Yo te amo y te adoro, Virgen María!
En esos casos y en otros semejantes, la Iglesia, y las personas comprensivas y de buena voluntad, saben lo que se quiere decir con esa palabra de adoración y amablemente toleran y no condenan por ello.
Editado por Antonio
Administrador del blog
CON JESÚS EN MI VIDA

No hay comentarios:

Publicar un comentario